lunes, 8 de febrero de 2010

El Nombre del Viento, de Patrick Rothfuss *****

« Me llamo Kvothe, que se pronuncia «cuouz».
Los nombres son importantes porque dicen mucho sobre la persona.
He tenido más nombres de los que nadie merece.

Los Adem me llaman Maedre. Que, según como se pronuncie,
puede significar la Llama, el Trueno o el Árbol Partido

Mi primer mentor me llamaba E’lir porque yo era listo y lo sabía.
Mi primera amante me llamaba Dulator porque le gustaba cómo sonaba. Me han llamado Kvothe el Sin Sangre, Kvothe el Arcano y Kvothe el Asesino de Reyes. Todos esos nombres me los he ganado.
Los he comprado y he pagado por ellos.

Pero crecí siendo Kvothe. Una vez mi padre me dijo que significaba «saber».

He robado princesas a reyes agónicos.
Incendié la ciudad de Trebon.
He pasado la noche con Felurian y he despertado vivo y cuerdo.
Me expulsaron de la Universidad a una edad a la que a la mayoría todavía no los dejan entrar.
He recorrido de noche caminos de los que otros no se atreven a hablar ni siquiera de día.
He hablado con dioses, he amado a mujeres y he escrito canciones que hacen llorar a los bardos.

Quizá hayas oído hablar de mí. »


Así empieza una historia extraordinaria. Músico, mendigo, ladrón, estudiante, mago, héroe y asesino: esta es la leyenda que se ha forjado alrededor de la figura de Kvothe. Ahora, por primera vez, él va a relatar la verdad sobre sí mismo. Y para hacerlo bien, deberá empezar por el principio: su infancia en una troupe de artistas itinerantes, los años malviviendo como un ladronzuelo en las calles de una gran ciudad, y su llegada a una universidad donde espera aprender una magia de la que se habla en las historias…

Atípica, profunda y sincera, El nombre del viento es una novela de aventuras, de historias dentro de otras historias, de misterio, de amistad, de amor y de superación, escrita con la mano de un poeta y que ha deslumbrado –por su originalidad y la maestría con que está narrada– a todos los que la han leído.
 


“Tal vez hayas oído hablar de mí.” Pues seguramente. Y si no, escucha: este libro mola. Mola mucho. Muchísimo. Cuando pillé este libro, lo hice movido por el hype que le rodeaba ya desde el día que llegó a las librerías españolas. Oí por ahí que lo comparaban con Canción de Hielo y fuego. “Eso es mucho decir”, pensé. Así que presto a denunciar otro despilfarro de expectativas y abuso de la publicidad, empecé a leer sobre un tabernero misterioso que cuenta su historia a un cronista, la historia de un joven que acompaña a su familia, músicos ambulantes por el típico mundo de fantasía medieval. “Verás como has vuelto a invertir mal un buen puñado de dinero” pensé amargamente. Y de pronto a ese chico le pasan cosas, y termina malviviendo en las calles, y yo ya le tenía cierto cariño a ese chavalín. Y entonces, el chavalín entra en la escuela de magia. Y se enamora, y hace amigos, y enemigos. Y yo ya estaba enganchado con uno de los mejores libros libros que he leído últimamente. No os dejéis engañar, no es tan bueno como Canción de Hielo y Fuego. Pero da lo mismo, es MUY bueno. Mucho, de verdad. No es un 10, pero es un 9. 
 
Durante el libro irás pasando del misterioso tabernero al joven estudiante de magia, y no querrás dejar de leer a ninguno de los dos. Al primero, porque suelta con cuenta gotas detalles de un pasado que se promete grande y épico como pocos. El segundo, porque querrás saber qué pasa a continuación.
El libro tiene todas las trampas del mundo pero, ¡que bien puestas, oiga! Así da gusto caer en una emboscada argumental tras otras. Un estilo directo, maduro, con unos personajes brillantes y sólidos, bien construidos, que se mueven en un mundo lleno de detalles que en ningún momento se hace aburrido: Rothfuss no satura el texto de descripciones, deja que los personajes se muevan por el paisaje y que sus impresiones sean las que comparta el lector. Una gozada de texto.
Durante casi todo el libro pensaba, “así deberían haber sido los libros de Potter”. Y es que una escuela de magia no consiste en hacer travesuras he ir por ahí corriendo y agitando la varita. Lo más duro que realizan los chicos de Howards es pasar un par de malas tardes en la biblioteca. Kvothe tiene suerte cuando puede entrar en la biblioteca. Y cuando puede pagarse pergaminos para tomar notas. Esto sí que es pasarlo puñetas tratando de aprender magia. Y no hablo de esa magia que permite abrir candados en el momento más propicio para la trama, si no de esa magia que hace que una persona pueda arder de dentro afuera. Por una vez, todo el hype está justificado: el libro es tan bueno como promete la contraportada.
Sólo puedo decirte, que si te gusta la fantasía, que leas este libro. Es estupendo. Y no podrás hacer nada mejor hasta que salga el próximo libro de Canción de Hielo y Fuego.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Si Crónica del Asesino de Reyes es un 9, Canción de hielo y fuego es un 7 corto, vamos.

La Mano Negra dijo...

Actualmente estoy leyendo El Nombre del Viento y tengo que decir que me está gustando mucho más que Canción de hielo y fuego (aunque sólo me he leído el primero). No se, Juego de Tronos me aburría más y había personajes que no aguantaba, y estaba deseoso de que acabara el capítulo. En cambio El Nombre del Viento lo leo sin darme cuenta, es muy fluido.
Deseando de pillar la segunda parte, a falta de acabar la primera.

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