miércoles, 1 de junio de 2011

Los Cien Mil Reinos, de N. K. Jemisin ****


La joven Yeine de Darr tendrá que sobrevivir a la intriga, la traición y la pasión en Los Cien Mil Reinos

«Mi nombre es Yeine, y aunque tan sólo tengo diecinueve años, soy la baronesa de Darr. Hoy he sido llamada a palacio por Dekarta Arameri, que es mi abuelo y también el monarca de los Cien Mil Reinos, protegido y designado por el propio Padre Celestial, nuestro Dios.

Una vez hubo tres Dioses, pero dos de ellos murieron, o eso es lo que nos dijeron. Se dice que los descendientes de Darr llevan en su sangre un secreto que se remonta a aquella lejana época en que los tres dioses caminaban entre los mortales.

Quizá mi abuelo me haya llamado para tenerme a su lado como capricho, o quizá quiera presentarme en la corte real para unirme en matrimonio de conveniencia. Quizá quiera revelarme ese secreto de sangre, aunque me temo que saberlo, según los libros sagrados, equivale a estar muerto.»

Yeine de Darr es una exiliada del bárbaro norte. Pero al morir su madre en extrañas circunstancias, es convocada a la majestuosa ciudad del Cielo. Allí, para su asombro, descubre que es una de las posibles herederas al trono. Pero la corona de los Cien Mil Reinos no es un premio fácil de conseguir y Yeine se ve implicada en una cruenta lucha por el poder.


Cuando comencé a leer los Cien Mil Reinos no esperaba encontrarme con una historia tan sensible. Esperaba algo épico, lleno de oscuras intrigas políticas, poderes en la sombra y sangrientos combates. Pero los Cien Mil Reinos tiene todo eso de una manera mucho más sutil. Mientras leía infatigable la historia me venían a la mente Las Mil y Una Noches, e incluso el Sandman de Neil Gaiman. Tal vez sean unas referencias un tanto difíciles de relacionar, o muy personales, pero el mundo que las palabras de Jemisin iban creando en mi mente tenían esas textura.

Entre el sueño y la vigilia, entre dioses y mortales, entre venganza y justica, nos movemos junto a nuestra protagonista, en una trama íntima, llena de matices. Tal vez pudiera decir que , sin caer en “ñoñerías”, es un libro lleno de ternura. Los sentimientos tienen una gran importancia en la trama. Es pocos títulos las motivaciones de las acciones son tan claras, y eso sin recurrir a la lógica mecánica de “una pieza hace caer a la siguiente”. Todo esto se apoya en una narración fluida y cercana. No abusa de recursos grandilocuentes ni se estanca en largos párrafos reflexivos. La autora perfila con estas armas a una protagonista muy accesible en una saga familiar sobre las que giran acontecimientos que afectan al universo creado para la ocasión.

Todo esto no está reñido con episodios especialmente sorprendentes y llamativos, con mucha acción y apoteósicos conflictos, pero que engranan muy bien dentro del ritmo general. Los Cien Mil Reinos representa un nuevo enfoque para una trama que tal vez no sea la más original del mundo, pero que sí se muestra original en los detalles, especialmente en la caracterización de los personajes. Además de los protagonistas, destacan los personajes más míticos de la obra, una serie de deidades obligadas a servir a los humanos que son el punto más llamativo del universo creado como telón de fondo para esta historia. Tal vez sea con estos personajes donde se encuentra el mayor punto débil de este libro, ya que por momentos, parecen demasiado arquetípicos. Personalmente creo que la autora ha tratado de establecer cierta distancia respecto a estos personajes y el resto de pobladores de su novela, deshumanizándolos y dándoles cierto aire de misterio. Pero es en este punto donde Los Cien Mil Reinos pincha, ya que la escritora, al mismo tiempo, tiende a humanizar a estos mismos personajes y hacerlos cercanos. El tratar de mantener la distancia entre estas misteriosas deidades y a la vez humanizarlos para que comprendamos sus motivaciones resulta en pasajes un tanto artificiales. Puntualmente Jemisin se ve obligada a dar explicaciones un tanto forzadas al lector para poder hacer avanzar la trama. No son muchos, ni son especialmente graves, pero afectan al acabado de una que podría haber quedado “redonda”.

Tengo que destacar Los Cien Mil Reinos por haberme sorprendido y por su original tratamiento, a pesar de no ser el tono que más me gusta para este tipo de novelas. En cualquier caso, un libro muy recomendable que merece ser probado, que  tal vez sepa a poco a quienes busquen emociones fuertes, épica y violencia.

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