miércoles, 18 de mayo de 2011

La Máquina Diferencial, de William Gibson y Bruce Sterling ****


1855. La Revolución Industrial está en pleno apogeo, impulsada por mecanismos cibernéticos de vapor. Charles Babbage perfecciona su máquina analítica y la era de la informática llega con un siglo de anticipación. Pero con el cambio llega la inestabilidad social: los luditas, grupo subversivo en contra de la tecnología, protagonizan desórdenes callejeros y hostigan a las clases dirigentes.

La aventura comienza cuando unas misteriosas tarjetas perforadas, de origen y propósito desconocidos, caen en manos del paleontólogo Edward "Leviatán" Mallory. Descubrirá que alguien las busca con la suficiente desesperación como para ser capaz de matar por ellas...


Otra reseña difícil. Un título aclamado y reconocido como exponente de su género. Y una lectura complicada. Mis ganas de leer este libro y conocer tan ilustre título se han visto lastradas por, como decía, una lectura complicada. En algunos puntos tediosa.  Y no sé si ha sido cosa de la traducción o de que mis expectativas eran súperlativas, el caso es que el libro me ha decepcionado. Y claro, más de uno estará ya afilando el hacha porque le estoy “dando cera” al libro. Tranquilos, que no me parece un mal libro, simplemente, espera algo más. Y eso es culpa mía, no del libro.

Pero una vez que uno empieza (y sigue y termina) a leer un libro en ese estado es difícil remontar el vuelo. En cualquier caso, ya he dicho la parte mala y frustrante que he encontrado en este “La Máquina Diferencial”. Ahora voy a hablaros de sus bondades.

Para empezar, el escenario que crean Gibson y Sterling es sensacional. Un universo sólidamente construido, lleno de detalles que los hacen real para el lector. La verdad es que dan ganas de conocer más historias de ese mundo lleno de dirigibles, tarjetas perforadas… Explorar esos Estados unidos, perderse por las calles de ese Londres, conocer ese París “steampunk”… Un gran trabajo de los autores describiendo con naturalidad y casi con rigor histórico, un mundo tan parecido, y a la vez tan extraño, al nuestro.
Los personajes son de los más variopintos. Sybil es una gran protagonista. Tal vez gran parte del trajo de personificación ya existiera en la novela Sybil de Disraeli (que os digo ya que no he leído), pero no importa. En esta obra destaca por méritos propios. Inteligentemente articulado, uno empatiza enseguida con ella y se deja llevar de su mano. El resto personajes destacan bastante menos, tal vez por culpa de la superpoblación de estos. Algunos tan importantes como “Dandy Mick” se desdibujan en ocasiones, dando la impresión de funcionar más como resortes narrativos que como entidades de pleno derecho.

El punto fuerte del libro es la trama: espionaje, conspiraciones, idas y venidas tras un juego de tarjetas perforadas de gran valor para el funcionamiento de “La Máquina Diferencial” del título. El ritmo es trepidante: comienza lentamente, y según comienza a desvelarse elementos de la trama, la narración acelera la sucesión de momentos y personajes.

Ahora viene el “pero”. Pero en ocasiones me he encontrado leyendo páginas llenas de reflexiones que poco aportaban a la historia, o pasajes muy anecdóticos, que imagino, funcionan a la hora de dar profundidad a los personajes y al universo creado pro los autores, pero que a la hora de la verdad suponen unos paréntesis excesivos entre acciones. Además, el cambio de una situación a otro es a veces demasiado brusco: en un momento Sibyl se encuentra inmersa en un emocionante diálogo y en el siguiente la encontramos meditando en su cuarto.

Para terminar, quiero destacar algo que durante la lectura me pasó desapercibida, pero que con el tiempo se me ha ido haciendo patente. El elemento fantástico (o de ciencia-ficción, o “steampunk”) se introduce de un amanera gradual en la introducción. Al principio nada parece indicar que no encontramos en una realidad histórica divergente a la nuestra. Primero se introduce un elemento ahí, luego otro allá… Y cuando el lector se quiere dar cuenta en panorama político internacional no es el que conocemos nosotros. Este detalle me ha llamado mucho más la atención que otros más puramente “steampunk” como los primitivos ordenadores o los transportes.

“La Máquina Diferencial” es un libro sólido, profundo y amplio. Con una trama emocionante y que seguramente hace honor a su fama. Me he prometido a mí mismo una relectura del libro pasado un tiempo, a ver si en esta ocasión esquivo de los baches que se me ha atravesado en esta lectura.

viernes, 13 de mayo de 2011

Antártida: Estación Polar, de Matthew Reilly ***


En una remota estación polar estadounidense en la Antártida, un grupo de científicos ha descubierto un objeto atrapado en el interior de una capa de hielo de cuatrocientos años de antigüedad. Parece ser un artefacto de metal… que no debería estar allí... y por el que mucha gente estaría dispuesta a matar.

Un equipo de marines estadounidenses, con el enigmático teniente Shane Schofield a la cabeza, se dirige a la estación polar para proteger tan extraño hallazgo. Sin embargo, otros países quieren apropiarse de él y harán todo lo necesario para conseguirlo. Por fortuna, los hombres de Schofield son soldados experimentados, dispuestos a seguirle hasta el mismísimo infierno... y pronto descubrirán que es allí adonde se dirigen.


¿Te gusta jugar a Call Of duty?, ¿te moló la peli de “La Cosa” de John Carpenter? ¿Odias a todo aquel que no sea norte americano? Éste es tu libro.

“Estación Polar” comienza como un libro de ciencia-ficción. O al menos, presenta una trama fantástica con toques de ciencia ficción, pero pronto se convierte en la novelización de una peli de Michael Bay. ¿es entonces un mal libro? Pues no forzosamente: yo lo he llevado durante una semana en el metro y lo he disfrutado como un enano. Pero ojo, tampoco es un libro que pueda cambiarle la vida a nadie. A menos que se tenga en mente alistarse en el ejército y todavía se alberguen ciertas dudas.

La trama nos presenta a un grupo de aguerridos marines del los Estados Unidos pasándolas canutas en el paraje más desolado del planeta mientras tratan de proteger a un guro de científicos y de evitar que una misteriosa nave atrapada en el hielo caiga en manos de fuerzas hostiles. Y con hostiles, queremos dejar claro que es todo aquella persona que no sea norte americana. En un principio la cosa no pinta mal.

Según avance uno en la lectura, y si no se le da importancia a ese “tufillo Join The Army” disfrutaremos con una lectura que no deja un renglón para la tranquilidad. Cada situación desesperada evoluciona en otra más desesperada. Y esa en otra desesperadísima. Y así, hasta que se acaban las páginas y ganas los buenos. No es un spoiler, es algo evidente ya a estas alturas. Lo bueno es saber cómo, cuándo y dónde.  Así que “Estación Polar” resulta una lectura trepidante y adrenalínica. No busquéis grandes metáforas ni pensamientos filosóficos de ningún tipo, aquí lo que prima es la sangre y la pólvora.

El desarrollo de los personajes es algo tosco. Con excepción de un contado grupo de protagonistas, los personajes son pobres y muy arquetípicos. Total, tampoco pasa nada porque para lo que duran. Aquí todo el que sea protagonista es carnaza. Así que… Tampoco pasa nada. Simplemente, en algunos momentos, te parecerá estar leyendo el guión de un videojuego. Una pena que la mayoría de las muertes (y son unas cuantas) dejen al lector indiferente más allá de las espectacularidad del momento de la muerte en sí. 100% espectáculo “made in Hollywood”.

El protagonista, Shane Scholfield, que es un militar veterano más duro que el clavo de un ataúd, es una especie de “boyscout” definitivo, una imparable máquina de matar (aunque con nobles sentimientos) que lo mismo pilotada todo tipo de vehículos que es capaz de nadar bajo la aguas heladas de la Antártida como un campeón olímpico. Cosas del entrenamiento, imagino.

Tampoco vamos a darle mayor importancia. Eso sí, en algunos momentos la trama parece estar terriblemente encajonada. Es decir, que sólo puede avanzar en una dirección. Si aparece un clip, es porque en un momento dado alguien necesitará un clip. Si parece un mechero, alguien necesitará desesperadamente un mechero. Y su l aniña protagonista lleva un lazo de color rojo (y no de otro color) es porque tenía que ser rojo (y no de otro color) para que la trama avance en algún punto. Bueno, un escenario de carón piedra para personajes del mismo material. Insisto, creo que este libro no pretendía otra cosa.

Destaco, como un punto sorprendentemente agradable, el conocimiento enciclopédico que Matthew Reilly parece tener SOBRE TODO. Especialmente, sobre armamento y demás terminología bélica. Es muy ilustrativo y si tienes cierta curiosidad sobre cómo funciona tal o cual Gadget de esos que puede ver, por ejemplo, en una película de Jason Bourne, pues aquí estará sencillamente descrito. Muy divertido.

En resumen, una novela entretenida y divertida para mayor gloria del ejército de los estados unidos y los jugadores de Call of Duty del mundo entero.

lunes, 9 de mayo de 2011

Starship: Motín, de Mike Resnick ****


Es el año 1966 de la Era Galáctica, unos tres mil años en el futuro, y la República está en guerra con la Federación Teroni, una alianza de razas resentidas por el crecimiento militar y económico de los humanos. Aunque los principales escenarios de batalla están en el Brazo Espiral y en el Núcleo Galáctico, en la lejana Periferia, la Theodore Rossevelt es una de las tres naves encargadas de proteger el Cúmulo del Fénix, un grupo de setenta y tres planetas habitados.

Vieja y maltrecha, y con unos sistemas de defensa obsoletos, la Teddy R. habría sido retirada del servicio años atrás si el universo no estuviera en guerra. Su tripulación está formada por rebeldes reformados, militares indisciplinados y unos pocos soldados rasos. Pero un nuevo oficial ha sido transferido a la Teddy R. Su nombre es Wilson Cole, y le acompaña una reputación de heroísmo y desobediencia. Debido a su indisciplina se le ha retirado el mando de su nave y su tripulación en dos ocasiones.


Ahora ha sido desterrado a la Teddy R., donde será un simple segundo oficial, bajo el mando del capitán Makeo Fujiama y la comandante Podok, una temible polonoi. Pero Wilson Cole no es el tipo de hombre que se quedaría sentado mientras el resto de la galaxia está en guerra.


Que gran sorpresa. Ha llegado sin hacer mucho ruido. Yo me lo llevé a casa por aquella etiqueta de “scpace opera” que le ponían en la web de la editorial  y la verdad es que he disfrutado con su lectura. No, no es la obra cumbre de la ciencia-ficción. Ni falta que hace. Porque lo que a STARSHIP: MOTÍN le falta de genial, lo tiene de divertido.

MOTÍN es el primer libro de la saga STARSHIP. Wilson Cole es un héroe de la guerra galáctica, pero también ha pisoteado algún que otro ego del alto mando de la Armada de la República. Por ello, es transferido a la nave Teddy Roosevelt, una antigualla alejada del frente de guerra contra la Federación Teroni y donde el ejército echa a todos sus elementos incómodos (o indeseables). Pero la acción está allí donde está Cole y su nuevo destino no será nada tranquilo. Mal que le pese. No os cuento cómo termina el libro, pero yo quiero más. Quiero más viajes de Teddy Roosevelt y su tripulación.

¿Por qué me ha gustado tanto?  Para empezar, este es un libro de aventuras en el espacio, venga, “space opera” sin mayor pretensión que la de divertir. El autor crea un escenario, un puñado de personajes y los asienta firmemente. A partir de ahí, empieza a construir encima diferentes tramas. Con eso, tenemos la premisa de, por ejemplo, una fantástica serie de televisión al estilo de la maravillosa Firefly. Los personajes son carismáticos e interesantes, las trama engancha rápido. Incluso se le pilla  cierto cariño a la destartalada nave.

Claro, con esto, que nadie espere grandes reflexiones sesudas ni graves analogías sobre el vacío del alma humana ante el vacío insondable del espacio. Esto va de correr de aquí para allá de un lado del cosmos al otro pasando de un peligro a otro. Eso no quiere decir que no exista, por ejemplo, un discurso antibelicista o una llamada de atención ante el paulatino recorte de libertades y derechos sociales de los pueblos. Pero en general, es un libro en el que explotan cosas, los alienígenas del ejército enemigo traman oscuros planes y a nuestro héroe todo el mundo le hace la puñeta por hacer lo que se tiene que hacer (aunque no tenga que ver con el deber, y sí no el honor y lo que es justo).

SATSHIP: MOTÍN se lee de un tiró, se disfruta durante toda su lectura y deja al lector enganchado. Se le podría pedir más, pero a lo mejor perdería algo de su encanto por el camino.

lunes, 2 de mayo de 2011

Monster, de A. Lee Martínez ***


Te presentamos a Monster y a Judy, dos humanos que no se gustan mucho el uno al otro, pero que juntos deberán enfrentarse a dragones, trols, perros morsa y a una desquiciada señora de los gatos para salvar nuestro universo.

Monster trabaja en una agencia de control de plagas. Es un trabajo duro y además tiene problemas domésticos, como tener un demonio de novia.


Judy trabaja en el turno de noche del supermercado Food Plus Mart. Quizá no sea el estilo de vida más glamouroso, pero es feliz. Nadie la molesta, y si lo peor que le puede pasar es tener a un encargado algo memo, bueno, puede vivir con ello.


Pero cuando Judy se encuentra a un yeti comiéndose todos los helados de la sección de congelados, su vida se cruza con la de Montser del modo más desastroso posible. Porque Monster no atrapa mapaches, él busca las cosas que se esconden en la noche. Cosas como ogros, trols o dragones. Ah, ¿y el demonio de su novia? Sí, realmente es un demonio.
Monster es un libro raro, raro. Se parece un poquito a Buffy, tiene un poco de Ugly Americans, y es un libro divertido. Seguramente no sea el libro más divertido del mundo, pero te ríes, y las situaciones son originales. Y sería la premisa perfecta para una serie de TV de cierto éxito.
A partir de ahí, Moster es un libro que sólo recomendaría a lectores casuales y a aquellos que han disfrutado de los títulos de Christopher Moore. Es un libro divertido, sin llegar a ser un libro descacharrante de Mundodisco. Entretenido, que se lee de un tirón y lleno de ideas originales y muy divertidas. Pero, a pesar de su potencial y de tener dos protagonistas que enganchan, Monster flojea en lo que es la trama. La historia está bien, pero… ¿Realmente  tenía Lee Martínez una trama para contarnos? La verdad es que al terminar el libro el lector puede quedar un tanto indiferente.
Judy Y Monster son dos protagonistas tipo con personalidad suficiente como para picar al lector con sus avnturas. Judy descubre un mundo de magia que convive con el nuestro, y a través de sus experiencias el lector va conociendo ese mundo fantástico. Monsters es un personaje totalmente integrado en ese mundo fantástico y que parece estar de vuelta de todas esas maravillas que deslumbran a Judy. En el momento en que se conocen, Judy hace todo lo posible por huir de su monótona vida y empaparse de su nuevo mundo, mientras que Moster, aparentemente asqueado de su vida mágica busca algo de normalidad y tranquilidad.
Si aestos dos personajes les metemos en el negocio de la caza y captura de criaturas mágicas y potencialmente peligrosas un podría esperar una sucesión de aventuras más o menos cómicas. Pero poco a poco la trama va deshinchándose tras los primeros capítulos de introducción. Según avanza la historia parece que se hace más y más predecible. A pesar de que los elementos que la forman son muy originales y llenos de potencial, parecen encajar unos con otros con facilidad, como hechos con un troquel, un una historia algo predecible. Hay alguna sorpresa, claro, pero… No las suficientes.
Monster no es un mal libro en absoluto, pero resulta frustrante ya que el lector encontrará ideas magníficas que podrían haberse aprovechado mejor y que terminan desarrollándose de una manera demasiado convencional para el escenario que el autor nos presenta al principio.
Lee Martínez no termina de exprimir con éxito una gran idea. En cualquier caso, divertido y lectura fácil.

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