Estamos en el año 2033. Tras una guerra devastadora, amplias zonas del mundo han quedado sepultadas bajo escombros y cenizas. También Moscú se ha transformado en una ciudad fantasma. Los supervivientes se han refugiado bajo tierra, en la red de metro, y han creado allí una nueva civilización.
Este libro narra las aventuras del joven Artjom, un muchacho que abandona la estación de metro donde ha pasado buena parte de su vida para tratar de proteger a la red entera contra una siniestra amenaza. Porque estos últimos hombres no están solos en el subsuelo…
Qué bonito es encontrarte con un buen libro. Con uno de esos “tochetes” que uno se puede llevar cómodamente a la cama y dedicarle horas de lectura. Y es que este Metro 2033 requiere tiempo, pero se disfruta.
Más cercano a títulos de Ciencia-Ficción dura” que a otro tipo de derivados más comerciales, esta novela ha sabido atraer lo suficientemente del público generalista como para protagonizar un videojuego. La novela tiene un regustito, ya que estamos, a la película Stalker. Con ella comparte la historia de un viaje y el ritmo narrativo, lento e intimista.
La historia narra el viaje de un joven por un metro de Moscú post apocalíptico. El último refugio de la humanidad, hasta donde ese sabe, son esos túneles. En ellos, nuestro protagonista Artyom vivirá una aventura iniciática que le convertirá en un hombre. Con esa premisa, y con unos sólidos ingredientes (un enemigo misterioso, una misión casi mesiánica), Glukhovsky nos traza un plan de ruta por la red de metro moscovita que no olvidaremos nunca. L trama principal es sencillita y al comenzar la lecutra del libro, viendo el número de páginas que queda por delante y al ritmo que el autor desarrolla las acciones uno tiende a pensar “madremíalaquemeespera”. Pero es ese ritmo, el que poco a poco va asfixiando al lector y le comprime como las paredes del metro. Y es ese ritmo que dota de una fuerza terrible a los detalles (algunos terribles, como la madre que prostituye a su niño pequeño; otro sensacionales, como la guerrilla itinerante “Che Guevara”. Así, la aventura se desarrolla lentamente, acumulando información, hasta que eclosiona en un gran y pirotécnico final.
Al terminar la última página, como en muchos momentos de la vida, uno se da cuenta que lo importante no es esa última página, sino el resto del viaje. En sus quinientas páginas el libro hace una radiografía del metro que no es otra cosa que una radiografía del alma humana. Ni más ni menos. Y nos es poco, porque en las diferentes estaciones de metro encontraremos a estoicos, sofistas, comunistas nazis, capitalistas, satanistas, estoicos y otras variantes del pensamiento humano que irán delimitando el camino a seguir por Artyom (lo que parece fácil en una red de túneles, pero que es complicado en extremo tal como nos lo cuenta el libro). Esto no deja un libro de ciencia ficción de los de la vieja escuela, lleno de filosofía y de psicología, pero remozado, con mutantes y otras criaturas del submundo.
En resumen, un libro que pide paciencia y a cambio da momentos difícilmente olvidables. El ritmo es lento y denso, pero si entras en su jego te atrapará como las arenas movedizas.
4 comentarios:
Si ya de por sí le tenía ganas, ahroa tengo que hacerme con él como sea.
Al principio temía que fuera un mata mata, por eso de que lo hubieran convertido en videojuego, pero veo que no.
Buena reseña!!
Pues si señor... otro de esos libros que yo no se la de veces que he tenido en la mano y que no me he decidido nunca a coger... supongo que esta vez ira la vencida.
Un saludete
Yo tampoco lo tenía claro, y lo pillé con un poco de miedo. Eso de tener un vieojuego a sus espaldas también me echaba para atrás. La cosa es que fu eun regalo navideño y...Bueno, que piqué, y desde luego fue una grata sorpresa.
SErá cuestión de leerlo. Bienvenuo ami taberna encantada
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